domingo, 23 de enero de 2011

Jesús y la Ley

Es un error fundamental suponer que Jesús meramente reforzó la necesidad de observar todas las leyes dadas a Israel por medio de Moisés. Es, sin embargo, cierto que El específicamente negó que iba a DESTRUIR la ley o los profetas (Mat. 5:17,18). ¿Cómo entonces pudo Jesús haber alterado la ley aunque sin destruirla? La respuesta es hallada en su declaración significativa de que “no vino a destruir la ley, sino para CUMPLIRLA”. ¿Que se da a entender por “cumplir la ley”?
            ¿Acaso “cumplir la ley” simplemente significa cumplirlo como lo requirió Moisés? Si Jesús demanda que cumplamos los preceptos de la ley como le fue dada a Moisés, entonces claramente la circuncisión en la carne es aún un mandato vigente. Debemos recordar que la circuncisión en la carne fue una señal del pacto hecho con Abraham y una marca del verdadero Israelita obediente (tal como el Sábado también identificó a un fiel Israelita).
            La ley había dicho muy claramente: “Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y de a luz un varón, será inmunda por siete días...y al octavo día se circuncidará al niño” (Lev. 12:2,3). Notar también el mandamiento que aseguró que “pero ningún incircunciso comerá de ella (la Pascua). La misma ley será para el natural, y para el extranjero que habitare entre vosotros” (Éxo. 12:48,49).
            En Éxo. 4.24-26 Dios amenazó de muerte a Moisés si no veía que sus hijos fueran circuncidados. Este fue uno de los mandamientos más fundamentales para Israel. ¿Pero fue esa su ley eterna, en ESA forma, para cada ser humano?
            Ninguno de nosotros siente la obligación de llevar adelante esta parte de la ley de Dios, aunque no podemos encontrar en la enseñanza registrada de Jesús mientras estaba en la tierra de que él eliminaría con el requerimiento de la circuncisión física. No prestamos la más mínima atención al octavo día de la vida de un infante como el día en que debería ser circuncidado de acuerdo a la ley de Dios. Hemos entonces destruido esa ley? En un sentido, si. Pero en un sentido diferente, no. Entendemos de la enseñanza de Pablo (aunque no de la enseñanza de Jesús cuando estaba en la tierra) que la circuncisión es ahora “en el corazón” porque “es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra” (Rom. 2:28,29).
            Hay seguramente una vasta diferencia entre la circuncisión en la carne y la circuncisión en el espíritu. Sin embargo el Nuevo Testamento ve espiritual la circuncisión interior como la respuesta apropiada al mandamiento de que debemos ser circuncidados. La ley ha sido espiritualizada y así cumplida. No ha sido destruida. Ciertamente ha tomado una forma diferente bajo la dispensación Cristiana.
            Jesús se embarcó justo en semejante espiritualización de los diez mandamientos Y OTRAS LEYES (tratándolos igual a todos ellos) cuando en el Sermón del Monte él anunció, “oísteis que fue dicho a los antiguos: no matarás”, PERO YO OS DIGO...” (Mat. 5:21,22). “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio, pero YO OS DIGO...” (Mat. 5:27,28). “Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no era así. Y yo os digo...” (Mat. 19:8,9).
            Por medio de “cumplir” la ley Jesús lo está alterando---en realidad lo está cambiando---pero no destruyendo. El de hecho extrae la intención real de la ley, haciéndolo más radical, en algunos casos (divorcio) abrogando la ley de Moisés, estableciendo que sólo era provisional. Este es un hecho importante: La enseñanza de Jesús realmente convierte la ley del divorcio de Moisés nulo e inválido. El nos lleva atrás a una primera ley del matrimonio dada por Dios en Gén (2:24).
            Jesús trajo a la ley a su destino final, el propósito final para la cual fue originalmente promulgada. En cada caso debemos ver qué supone esto. Por ejemplo, ¿qué de la ley de las carnes limpias e impuras? Dice algo Jesús sobre el significado de esa ley para los Cristianos? En carácter con otros de sus dichos, Jesús va al corazón del problema de lo impuro: “Todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra a su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina” (Mat. 7:18). Luego Marcos comenta: “Eso decía, haciendo limpio todos los alimentos”. (Mar. 7:19).
            Parece que en el tiempo que Jesús habló de la contaminación su audiencia no entendió la forma radical en que él estaba alterando los efectos prácticos de la ley. Pedro continuó observando las leyes de los alimentos y protestó de que él nunca había comido nada “común” (koinos) o “impuro” (akathartos) (Hechos 10:14). Pero después, cuando Marcos escribió su evangelio, la lección fue aprendida: La ley de los alimentos limpios e impuros no estaba más en vigencia. Su propósito original ha sido enseñar a la gente a ser perspicaces en materia de lo que es bueno y malo.

LA LEY
EL SÁBADO Y EL CRISTIANISMO
DEL NUEVO TESTAMENTO

Sir Anthony Buzzard, Bt.,
M.A. (Oxon), M.A.Th

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