domingo, 23 de enero de 2011

Justificación

El vocablo justificar es un término judicial que significa absolver, declarar justo, o proporcionar sentencia favorable. La palabra se toma de las relaciones jurídicas, de lo que se considera justo. En efecto, el culpable comparece ante Dios, el Juez justo, acusado de condenación; sin embargo, en vez de condenación recibe la absolución.

La naturaleza de la justificación según la Biblia: Absolución divina

El vocablo justificación o justicia significa un estado de aceptación al cual uno entra por la fe. Esta aceptación es un don gratuito de Dios, disponible por la fe en Cristo (Rom 1:17; 3:21-22). Es un estado de aceptación sobre el cual descansa el creyente (Rom 5:2).Sin tener en consideración su pasado pecaminoso e imperfección presente, tiene una posición completa y segura con relación a Dios. Justificado es el veredicto de Dios y nadie puede contradecirlo o negarlo (Rom 8:34). La justificación es un acto de la gracia libre de Dios, por medio de la cual perdona todos nuestros pecados y nos acepta en calidad de justos ante su presencia, sólo en virtud de la justicia de Cristo imputada o atribuida a nosotros y recibida por fe solamente. La justificación es primordialmente un cambio de posición de parte del pecador; antes condenado, ahora absuelto; antes bajo la condenación divina, está ahora sujeto al encomio o alabanza divina.

La justificación abarca mucho más que el perdón del pecado y la eliminación de la condena; en el acto de la justificación, Dios coloca al hombre pecador en la posición de hombre justo. En algunos países el gobernador de un estado puede conmutar la pena de un criminal, pero no puede devolverle a la posición de uno que jamás ha quebrantado las leyes. Pero Dios puede hacer ambas cosas. Borra el pasado, es decir, los pecados y ofensas, y luego trata a la persona como si nunca hubiera cometido pecado en su vida. El criminal perdonado no es considerado o descrito como persona justa y buena; pero cuando Dios justifica al pecador, lo declara justificado, es decir, justo a su vista. Ningún juez podría justificar con justicia a un criminal, es decir, declararlo justo y bueno.

De manera entonces que la justificación es en primer lugar una resta: la cancelación de la deuda del pecado, y en segundo lugar una suma: la imputación o atribución de la justicia de Cristo.
La necesidad de la justificación: la condenación del hombre

Pablo afirma que todos los hombres necesitan la justicia de Dios, puesto que la humanidad toda ha pecado. Los gentiles están bajo condenación. Los pasos que condujeron a la caída son evidentes: una vez conocieron a Dios – Rom 1:19-20, pero al no adorarle y servirle, sus mentes se oscurecieron – Rom 1:21-22. La ceguera espiritual condujo a la idolatría – v. 23, y la idolatría llevó a la corrupción moral – vv. 24-31. No tienen excusa, porque poseen la revelación en la naturaleza y una conciencia que aprueba o desaprueba sus acciones. También los judíos lo están por cuando por la ley no pueden ser justificados (Gal 3:11). ¿Qué es esta justicia que el hombre necesita tanto? El vocablo mismo significa el estado o condición de justo. A veces la palabra describe el carácter de Dios, en el sentido de que está libre de imperfecciones e injusticias. Aplicado al hombre, significa el estado de justo ante Dios. El vocablo justo equivale a recto o derecho, es decir, conforma a una norma o patrón. De lo que antecede se deduce que un hombre justo, recto, es aquél cuya conducta está en armonía con la ley de Dios. Pero ¿qué ocurre si descubre que en vez de justo o recto es perverso, es decir, se ha desviado del camino y no puede enderezarse? Luego, entonces necesita la justificación, la cual es obra de Dios.
La causa primera de la justificación: la gracia

La gracia es el trato de Dios con el pecador absolutamente aparte de la cuestión de méritos. «La gracia no equivale a tratar a una persona según lo merece, o mejor de lo que merece», nos dice el doctor Lewis Sperry Chafer, «equivale al trato misericordioso sin la más mínima referencia a sus merecimientos. La gracia es amor infinito que se expresa por medio de bondad infinita». La gracia de Dios hacia los pecadores se ve en el hecho de que Él mismo, por medio de la expiación de Cristo pagó toda la pena por el pecado, por lo cual puede perdonar con justicia el pecado sin tener en consideración el mérito o demérito del pecador. El pecador no es perdonado porque Dios sea misericordioso para excusar sus pecados, sino porque hay redención mediante la sangre de Cristo (Rom 3:24; Ef 1:7). La gracia de Dios se revela al proporcionar una expiación por la cual puede al mismo tiempo justificar a los impíos, y al mismo tiempo reivindicar su ley santa e inmutable.
La causa próxima de la justificación: la justicia de Cristo

¿De qué manera puede Dios tratar al pecador como una persona justa? Respuesta: Dios le ofrece la justicia.

Pero ¿es justo dar el título de bueno y justo a uno que no se lo ha ganado? Respuesta: El Señor Jesucristo lo ha ganado para el pecador, y en representación de él, a quien declara justo por la redención que es en Cristo Jesús. Vemos en el artículo sobre la expiación que redención significa liberación completa mediante un precio pagado: es un efecto de la expiación y causa, a su vez, de la justificación.

Cristo obtuvo esta justicia para nosotros por medio de su muerte expiatoria . Los cuatro efectos de la expiación son: sustitución, redención, propiciación y reconciliación, que a su vez son causa de la justificación. El acto por el cual Dios nos acredita esta justicia se denomina imputación o atribución. Imputación es cargar sobre una persona las consecuencias del acto de otra; por ejemplo, las consecuencias del pecado de Adán son cargadas a sus descendientes. Las consecuencias del pecado del hombre fueron imputadas a Cristo, y las consecuencias de la obediencia de Cristo son cargadas o acreditadas en este caso, al creyente. Él «ha sido hecho por Dios sabiduría y justificación» 1 Cor. 1:30 Puede surgir la siguiente pregunta: La justificación que salva es algo externo que concierne a la posición del pecador, pero ¿no se produce un cambio de condición? La justicia es imputada, pero ¿es también impartida? En la justificación, Cristo es por nosotros, pero ¿está también en nosotros? En otras palabras, parecería que la imputación fuera un agravio para la ley, si esa imputación no llevara en sí la promesa de una vida futura de justicia de parte del creyente. La respuesta es que la fe justificadora es el acto inicial de la vida cristiana, y este acto inicial, cuando la fe es viva, es seguido de un cambio interno y espiritual denominado regeneración.
El medio de la justificación: la fe

¿De qué manera es aceptado el don de la justicia? Por la fe de Cristo. La fe es la mano, hablando metafóricamente, que toma o recibe lo que Dios ofrece. Esto queda más claro en los siguientes pasajes: Rom 4:11; 9:30; Fil 3:9. En virtud de cierto medio, los méritos de Cristo le son comunicados al pecador, y éste recibe la salvación. Este medio es la fe, el principio de que se vale la gracia de Dios para devolvernos la imagen y favor divinos. Esta fe es despertada en el hombre por la influencia del Espíritu Santo , generalmente con relación a la Palabra. Los cristianos de diferentes denominaciones tienen distintas visiones sobre el rol que cumple la justificación en la salvación. Para algunos ser justo garantiza a priori la vida eterna, mientras que para otros sería un regalo inmerecido de parte de Dios.

Jesús y la Ley

Es un error fundamental suponer que Jesús meramente reforzó la necesidad de observar todas las leyes dadas a Israel por medio de Moisés. Es, sin embargo, cierto que El específicamente negó que iba a DESTRUIR la ley o los profetas (Mat. 5:17,18). ¿Cómo entonces pudo Jesús haber alterado la ley aunque sin destruirla? La respuesta es hallada en su declaración significativa de que “no vino a destruir la ley, sino para CUMPLIRLA”. ¿Que se da a entender por “cumplir la ley”?
            ¿Acaso “cumplir la ley” simplemente significa cumplirlo como lo requirió Moisés? Si Jesús demanda que cumplamos los preceptos de la ley como le fue dada a Moisés, entonces claramente la circuncisión en la carne es aún un mandato vigente. Debemos recordar que la circuncisión en la carne fue una señal del pacto hecho con Abraham y una marca del verdadero Israelita obediente (tal como el Sábado también identificó a un fiel Israelita).
            La ley había dicho muy claramente: “Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y de a luz un varón, será inmunda por siete días...y al octavo día se circuncidará al niño” (Lev. 12:2,3). Notar también el mandamiento que aseguró que “pero ningún incircunciso comerá de ella (la Pascua). La misma ley será para el natural, y para el extranjero que habitare entre vosotros” (Éxo. 12:48,49).
            En Éxo. 4.24-26 Dios amenazó de muerte a Moisés si no veía que sus hijos fueran circuncidados. Este fue uno de los mandamientos más fundamentales para Israel. ¿Pero fue esa su ley eterna, en ESA forma, para cada ser humano?
            Ninguno de nosotros siente la obligación de llevar adelante esta parte de la ley de Dios, aunque no podemos encontrar en la enseñanza registrada de Jesús mientras estaba en la tierra de que él eliminaría con el requerimiento de la circuncisión física. No prestamos la más mínima atención al octavo día de la vida de un infante como el día en que debería ser circuncidado de acuerdo a la ley de Dios. Hemos entonces destruido esa ley? En un sentido, si. Pero en un sentido diferente, no. Entendemos de la enseñanza de Pablo (aunque no de la enseñanza de Jesús cuando estaba en la tierra) que la circuncisión es ahora “en el corazón” porque “es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra” (Rom. 2:28,29).
            Hay seguramente una vasta diferencia entre la circuncisión en la carne y la circuncisión en el espíritu. Sin embargo el Nuevo Testamento ve espiritual la circuncisión interior como la respuesta apropiada al mandamiento de que debemos ser circuncidados. La ley ha sido espiritualizada y así cumplida. No ha sido destruida. Ciertamente ha tomado una forma diferente bajo la dispensación Cristiana.
            Jesús se embarcó justo en semejante espiritualización de los diez mandamientos Y OTRAS LEYES (tratándolos igual a todos ellos) cuando en el Sermón del Monte él anunció, “oísteis que fue dicho a los antiguos: no matarás”, PERO YO OS DIGO...” (Mat. 5:21,22). “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio, pero YO OS DIGO...” (Mat. 5:27,28). “Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no era así. Y yo os digo...” (Mat. 19:8,9).
            Por medio de “cumplir” la ley Jesús lo está alterando---en realidad lo está cambiando---pero no destruyendo. El de hecho extrae la intención real de la ley, haciéndolo más radical, en algunos casos (divorcio) abrogando la ley de Moisés, estableciendo que sólo era provisional. Este es un hecho importante: La enseñanza de Jesús realmente convierte la ley del divorcio de Moisés nulo e inválido. El nos lleva atrás a una primera ley del matrimonio dada por Dios en Gén (2:24).
            Jesús trajo a la ley a su destino final, el propósito final para la cual fue originalmente promulgada. En cada caso debemos ver qué supone esto. Por ejemplo, ¿qué de la ley de las carnes limpias e impuras? Dice algo Jesús sobre el significado de esa ley para los Cristianos? En carácter con otros de sus dichos, Jesús va al corazón del problema de lo impuro: “Todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra a su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina” (Mat. 7:18). Luego Marcos comenta: “Eso decía, haciendo limpio todos los alimentos”. (Mar. 7:19).
            Parece que en el tiempo que Jesús habló de la contaminación su audiencia no entendió la forma radical en que él estaba alterando los efectos prácticos de la ley. Pedro continuó observando las leyes de los alimentos y protestó de que él nunca había comido nada “común” (koinos) o “impuro” (akathartos) (Hechos 10:14). Pero después, cuando Marcos escribió su evangelio, la lección fue aprendida: La ley de los alimentos limpios e impuros no estaba más en vigencia. Su propósito original ha sido enseñar a la gente a ser perspicaces en materia de lo que es bueno y malo.

LA LEY
EL SÁBADO Y EL CRISTIANISMO
DEL NUEVO TESTAMENTO

Sir Anthony Buzzard, Bt.,
M.A. (Oxon), M.A.Th

Secta

"organización de componente religioso, de estructura piramidal, de contenidos dogmáticos; exclusivista y excluyente a todo lo que no proceda de si misma; fundamentalista en la defensa de las interpretaciones y contenidos que desde la cúpula se imparten, y en la que el individuo, el adepto, se instruye para una obediencia exenta de análisis, y se obliga a renunciar a profundizaciones y objeciones interpretativos y de exégesis, supeditándolo a cuanto desde arriba le digan que debe creer, aceptar y defender. Además de ello, la secta está siempre relacionada con el liderazgo de un personaje carismático, guru, santón ó profeta, incuestionable dado el reconocimiento de un nivel sobrenatural en cuanto a su vida, o sus enseñanzas y revelaciones. Es típico que en la realidad  el personaje en cuestión, este vivo o muerto, pero mantenido por los herederos espirituales y económicos de la secta, ha sido alguien cuya vida no corresponde con los principios éticos ni religiosos que popularmente reclama y proclama. Y que en el fondo de todo está la pervivencia económica, ideológica y de poder de un grupo reducido que maneja los hilos, donde la disidencia se paga con la expulsión, cuando no con la persecución". 


Cualquier parecido con la Realidad es mera coincidencia

¿DEBEMOS JUZGAR?


¿DEBEMOS JUZGAR?

Hace un tiempo el misionero presbiteriano Gillermo Green, a quien tuve el privilegio de tener como profesor en el Seminario, publicó en nuestro país un libro que representa un ataque directo contra los líderes evangélicos que están predicando un “evangelio” saturado de errores: humanismo, materialismo y superstición. El libro es una recopilación de artículos que este hermano ha estado publicando durante los últimos 10 años y denuncia sin reparos el error que se ha introducido en muchas iglesias llamadas evangélicas y menciona los nombres de los falsos profetas y falsos apóstoles que están promoviendo el error en detrimento de muchas almas y causando afrenta ante la multitud de incrédulos que son testigos por televisión de sus artimañas y sus fraudes. La situación es tal, que una serie de reportajes en la principal televisora nacional expuso parte del negocio que a partir de la “fe” de incautos se está realizando.

Pero no solo estos escándalos tan notorios afectan la conciencia de los creyentes, sino las situaciones que ocurren en las iglesias locales, asuntos que se ocultan, pecados que no se tratan bíblicamente, falacias que se predican y que las personas no saben si deben combatir o soportar.

Muchos creyentes se enfrentan a esta triste realidad con un sentimiento de impotencia y de incertidumbre porque no saben cómo actuar en tales situaciones, saben que las cosas están muy mal y sin embargo no se atreven a pronunciarse al respecto porque han sido enseñados por mucho tiempo que no deben juzgar y que incluso es muy peligroso juzgar a los líderes por son los “ungidos del Señor”. Los falsos maestros se han dedicado, (de manera muy conveniente para ellos) a enfatizar esta enseñanza y de intimidar al pueblo con tales enseñanzas.

En realidad esto no es nada nuevo, la misma actitud tomaron muchos en el siglo 16 cuando Lutero expuso las 95 tesis. El ejemplo más claro de esto fue el ilustre Erasmo de Roterdam, quien aún reconociendo los errores de Roma, escribió a Lutero para disuadirle de su enfrentamiento con el papado.

Espero poder aclarar un poquito la enseñanza bíblica con respecto al juzgar, que es lo que ha incomodado a algunos para no pronunciarse contra el error y el mal proceder de los obreros fraudulentos.

La Real Academia Española de la Lengua define:

JUZGAR (Del lat. iudicāre).

1. tr. Dicho de la persona que tiene autoridad para ello: Deliberar acerca de la culpabilidad de alguien, o de la razón que le asiste en un asunto, y sentenciar lo procedente.

2. tr. Formar opinión sobre algo o alguien.

3. tr. Fil. Afirmar, previa la comparación de dos o más ideas, las relaciones que existen entre ellas.

Como podemos ver, por las tres acepciones que esta palabra tiene en español, la pregunta correcta no debería ser si debemos o no debemos juzgar, sino más bien en qué circunstancias debemos hacerlo y en cuáles circunstancias deberíamos abstenernos de emitir juicio.

Es claro que hay una clase de juicio que solo pertenece a Dios como Juez de toda la tierra: I Crónicas 16.33, Salmos 50.4, Salmos 76.9, Salmos 96.13, Salmos 98.9, etc. Pero Dios desde antiguo estableció la necesidad de juzgar, porque el pueblo de Dios necesita que sus líderes les orienten y sepan determinar cuáles son las acciones correctas y cuáles las incorrectas, el pueblo necesita ser instruido, corregido y reprendido a veces también y todo esto debe hacerse conforme a la Palabra de Dios.

Moisés lo hacía. (Éxodo 18.13)

Moisés estableció ancianos que le ayudaran a juzgar (Éxodo 18.24-26)

Los reyes debían juzgar, Salomón pidió sabiduría específicamente para esta labor. (I Reyes 3.9)

Este tipo de juicio es correcto y necesario porque el pueblo de Dios necesita ser orientado.

Ezequiel 44:23 dice:

Y enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio.

Jeremías 3:15

y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia.

¿Cómo harán los líderes del pueblo de Dios para hacer esto?

Lo harán por medio de la enseñanza clara de la Biblia:

2 Timoteo 3:16-17

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

Las Sagradas Escrituras deben ser la base para la cualquier enseñanza, confrontación, corrección e instrucción. No debe realizarse un juicio basándose en opiniones, preferencias o gustos personales sino midiendo con el estándar y norma de la Biblia.

Los apóstoles nos dieron el ejemplo al denunciar a los falsos maestros, porque Cristo mismo advirtió de los lobos vestidos con piel de oveja que vendrían (Mateo 7.15)

Es interesante notar que aunque en varias ocasiones los apóstoles nos exhortan a animar y sostener al hermano débil en la fe y a procurar restaurar al que ha caído en pecado, tal tolerancia nunca se muestra para con el que llamándose cristiano vive como un impío de forma impenitente, ni con el que predica un falso evangelio. (Cf. Rom. 14.1 vs. I Cor. 5.11, Gálatas 1). Del mismo modo, tenemos que diferenciar entre la actitud que tomamos al discutir entre hermanos de diferentes denominaciones sobre asuntos doctrinales menores que interpretamos de forma diferente, y la actitud que debemos tener contra los falsos maestros que dañan la imagen de Cristo y Su evangelio.

La pureza doctrinal ha de ser defendida con ardor.

Judas 3 dice:

Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.

Vemos que no hay tolerancia para la herejía porque Pablo exhorta a Tito y a Timoteo al respecto de los falsos maestros y Pedro y Judas también lo hacen en sus epístolas. (I Tim. 5:20, Tito 3.10, II Pedro 2.1, Judas 1-4)

No solo se deben enfrentar a los que causan divisiones predicando herejías, sino también a los hermanos que se estén desviando del buen camino. Pablo confrontó a Pedro por causa de su mala actitud, según se describe en Gálatas 2.11 y Santiago nos anima a hacer volver al hermano de su error (Santiago 5.19-20)

Aún más, Juan prohíbe el compañerismo con alguien que predica una doctrina que no es conforme a lo establecido en la Biblia, para no participar de su pecado. (II Juan 1.10-11)

Todo esto nos lleva a la necesidad de explicar cuándo es que el juzgar no es permitido por Dios.

Santiago 4.11-12

11 Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. 12 Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?

Mateo 7:1-5

1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? !!Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Este tipo de juicio, que debe evitarse a toda costa, no se refiere al juicio válido y necesario en cuanto a lo que está bien y está mal, entre la verdad y el error. Este es un juicio en el cual las personas tienden a compararse con otros y a menospreciar a otros para exaltarse ellos mismos. Además está asociado a la murmuración, es decir, no se enfrenta al hermano con su pecado, sino que se le critica con afán destructivo, sin amor por la Verdad, sin amor por el hermano en pecado.

Esto también nos habla de la consideración de que hay muchas cosas sobre las cuales es preferible callar, para no dañar la reputación de otros, sino procurando el bienestar de todos y considerando las debilidades de cada uno, soportándonos unos a otros (Efesios 4.2, Col. 3.13). Esto es muy útil para conservar la paz en la iglesia local que funciona como familia. Igual en el trato entre iglesias y denominaciones cristianas debemos aplicar este principio de respeto siempre y cuando las diferencias sean sobre cuestiones “no esenciales”, siguiendo la admonición de Agustín de Hipona “en lo esencial unidad, en lo no esencial libertad, en todo caridad”. Pero el mismo que acuñó tal frase, contendió ardientemente con Pelagio por su herejía.

Si estos textos que nos mandan a no juzgar no se interpretan apropiadamente admitiríamos una contradicción, porque por una parte estamos llamados a juzgar y por otra parte estamos llamados a no juzgar.

El mismo Señor que nos manda a abstenernos de juzgar, en una ocasión diferente nos manda a juzgar.

Juan 7:24

No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.

Los líderes en las iglesias están llamados a juzgar para el bien del pueblo de Dios, para orientar, para evitar que el rebaño se extravíe y tropiece. Todo cristiano está llamado a contender por la pureza del Evangelio y a defender como un soldado el honor de Jesucristo.

Sería una irresponsabilidad de parte de los líderes cristianos callar cuando los lobos merodean, permanecer callados amparándose en la excusa del amor y de la tolerancia. El pastor debe estar dispuesto a dar su vida en defensa del rebaño, siguiendo el ejemplo de Cristo, y esto muchas veces implica enfrentar y confrontar a personas que son admiradas por la mayoría.

El apóstol Pablo sufrió algo parecido cuando realizó su labor de confrontación a las iglesias en Galacia.

Gálatas 4:16

¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?

Debemos estar dispuestos a ir a las últimas consecuencias por defender la Verdad de Dios.

Ahora bien, sabemos que es común en las iglesias anatemizar a los que no son de su propia convicción o denominación. Todos los pastores utilizan el pasaje de Gálatas 1 para sostener a su iglesia bajo amenaza de que no deben escuchar un “evangelio diferente” y así repiten y advierten a sus feligreses que se cuiden de atender a “otro evangelio”. El asunto grave aquí es que el anatema cae sobre todo aquel que predica un Evangelio diferente al que Pablo anunció, no sobre los que difieren con una opinión particular. Y esto nos lleva a la necesidad imperiosa de revisar si el Evangelio que estamos predicando y defendiendo es el mismo que Pablo y los apóstoles predicaron y por el cual estuvieron dispuestos a morir. En conclusión, debemos clamar al Señor para que podamos juzgar con justo juicio y reflexionar si estamos predicando el Evangelio correctamente, lo cual se comprueba si este Evangelio está transformando vidas de pecadores que ahora viven para Dios y se deleitan en Él.

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MATERIAL DE ELCAMINOANGOSTO.ORG

lunes, 3 de enero de 2011


Se refiere Romanos 9 a Elección solamente al pueblo de Israel? Predestino Dios a quienes se salvarian y quienes no?

de Joan Rodz, el Sábado, 08 de mayo de 2010 a las 23:10
Existe gran discusion en el ambito cristiano a si la eleccion y predestinacion es una doctrina biblica o es una herejia decir que Dios eligio quienes se salvarian y quienes no, si Cristo murio por toda la humanidad o solo por los elegidos, este es mi pequeño aporte para el entendimiento de estas doctrinas .

LA ELECCIÓN
Romanos 9:11(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama)
12se le dijo: El mayor servirá al menor. 13Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.
14¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. 15Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. 16Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. 17Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. 18De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.

Claramente esta palabra demuestra la eleccion de Dios, el eligio en ese caso particular a Jacob y a Esau lo desecho.

Ahora despues de leer este texto ¿ acaso es injusto Dios por endurecer a faraon? Fue injusto Dios al amar a Jacob y Aborrecer a Esaú??? Fijese bien, ninguno habia nacido y Dios amo a Jacob Antes de nacer y aborrecio a Esaú antes de nacer. En que se baso Dios para elegir? No lo sabemos es un misterio no revelado en su palabra pero no lo negamos porque es claramente revelado en la escritura al igual la santa trinidad es revelada en la escritura aunque es algo no entendido completamente en nuestro entendimiento. Ese tipo de eleccion es un caso particular? O Dios eligio a todos los que seriamos salvos y a todos los que se perderian? Continuemos...


Fijese en el versiculo 11: "pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras SINO POR EL QUE LLAMA"

Ahora bien fijense en estos versiculos del mismo capitulo 9:

19Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? 20Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? 21¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? 22¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, 23y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, 24a los cuales también ha LLAMADO, esto es, a nosotros, NO SÓLO de los judíos, SINO TAMBIEN de los GENTILES?

Israelitas dice el mismo Pablo que no son todos los que descienden segun la carne de Israel (jacob) ni por ser descendientes de Abraham son todos hijos, versiculos :

6No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, 7ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. 8Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.

En conclusion la palabra enseña que Israel y que descendientes de Abraham son todos los Escogidos llamese judios o gentiles, todos los que fuimos y son llamados a ser salvos por GRACIA POR MEDIO DE LA FE EN NUESTRO AMADO SEÑOR JESUCRISTO...

TODOS LOS CREYENTES GENUINOS DE CRISTO SOMOS CONTADOS HIJOS DE ABRAHAM EL PADRE DE LA FE, Y FUIMOS ELEGIDOS Y PREDESTINADOS DESDE ANTES DE LA FUNDACION DEL MUNDO...
Joan Rodz

Reflexion sobre Ezequiel 36. 25


Ezequiel 36:25

"Esparciré sobre vosotros agua limpia y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré 26Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27Y pondré dentro de vosotros Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra."

LOS QUE VERDADERAMENTE SON NACIDOS DE NUEVO:

1.DIOS CONSTANTEMENTE LOS LIMPIA DE SUS INMUNDICIAS Y PECADOS
2.DIOS LOS LIMPIA DE SUS IDOLOS
3.DIOS LES DA UN CORAZON NUEVO
4.DIOS LES DA EL ESPIRITU SANTO
5.DIOS LES QUITA EL CORAZON DE PIEDRA
6.DIOS LES DA UN CORAZON DE CARNE
7.DIOS HACE QUE ANDEN ES SUS ESTATUTOS
8.DIOS HACE QUE GUARDEN SUS PRECEPTOS
9.DIOS HACE QUE LOS PONGAN POR OBRA.

AHORA, CON UNA PROMESA TAN GRANDE Y BELLA DE DIOS, SERA QUE SE PIERDE LA SALVACIÓN???
SINCERAMENTE NO CREO... PERO OJO ESA PROMESA ES SOLO PARA LOS NACIDOS DE NUEVO...

ROMANOS 8
1Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.


28Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. 29Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.

martes, 8 de septiembre de 2009

Dura es esta palabra ¿quien la puede oir?



Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?


Juan 6:55 Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 56El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. 57Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Palabras de vida eterna60Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? 61Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os ofende? En la actualidad, muchos en iglesia cristiana es de oidos sensibles y faciles de ofender. Es impresionante como a veces otros hermanos se sienten ofendidos con la mismisima palabra de Dios...Esto ocurre debido a que en muchas iglesias solo se les predica amor, bendición y cosas agradables al oyente, y eso pasa porque muchos pastores y lideres se preocupan mas por tener las butacas llenas antes que tener una congregacion de ovejas buscando santidad fervorosamente.(2tim.3:1-5) Y predicando solo la parte mas bonita del evangelio nadie se ira ofendido. No quiero decir con esto que el amor de Dios y sus bendiciones no deban predicarse, pero el pastor debe velar por la vida espiritual de sus ovejas y el pastor que solo se preocupa por agradar "oidos con comezon de oir" (2 Tim.4:3) es un pastor negligente.(1Ped5:2)(Zac11:17, Jer23:1).Pero lamentablemente en estos postreros dias abundan ese tipo de pastores asalariados que por no ofender a sus oyentes solo le hablan sobre una sola de las tantas facetas del evangelio, ignorando imitar a Cristo que vino a decir la verdad sin hacer concesion de ella. Porque nuestro señor nunca dudo en confrontar el pecado de su pueblo ni dudo en reprender a los fariseos y saduceos, con la motivacion de producir arrepentimiento en ellos cosa que muchos de ellos no conocieron.Pero hoy en dia con tanta falta de discernimiento y con tanta ceguera espiritual se a olvidado el ministerio de la exortacion, ministerio para muchos ofensivo pero necesario en la disciplina de una iglesia.Amado hno no se ofenda cuando su pastor o su hno lo exhorte biblicamente, recuerde que el fin de la reprension no es criticar sino hacer volver a la razon al cristiano cuando este este tomando un camino errado, recuerde que es de sabios rectificar.(Prov 12:1) y es de sabios aceptar la correccion. Y usted amado hno o pastor recuerde que la reprension debe ser en amor no con desprecio o con altivez, ni por contender (2Tim2:24) sino con amor y usando la regla de oro que nos dio nuestro Sr Jesus."Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas." Mateo 7:12Amado Ministro recuerde que por la verdad murio Cristo, predique con ella por delante. Y no para agradarle al hombre sino a Dios"Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño, 4sino que según fuimos aprobados por Dios para que se nos confiase el evangelio, así hablamos; no como para agradar a los hombres, sino a Dios, que prueba nuestros corazones." (1Tes2:3,4)Joan Rodz Siervo del Dios Altisimo